miércoles, 29 de mayo de 2013

Zegama-Aizkorri (cada cual en su lugar)

Ya han pasado varios días, ahora ya con las reflexiones correspondientes hechas y la cabeza bien amueblada, creo que es el momento de explicar lo vivido el Domingo.
(Lo haré esta vez en castellano porque creo que podré expresarlo mejor).

Después de una noche de muchos nervios y poco sueño, nos levantamos temprano, desayunamos y salimos rumbo a Zegama, para poder organizarnos y que cada uno llegue a su lugar. Yo me voy hacia la salida y el resto del equipo (porque lo del Domingo fue trabajo en equipo) se dirigen a "Espiritu Santo", para subir desde allí hasta la cima del Aizkorri, punto álgido de la carrera.
A las 8.30 paso el control de salida, para comprobar chip y paravientos y a las 9.00 de la mañana suena la pistola para dar comienzo a la carrera. Tras una vuelta a Zegama, enseguida se coje el camino hacia la montaña...y vaya caminito, no por la anchura, sino por la pendiente. Es la primera vez que veia a gente caminar en una subida antes del paso por el kilometro 1.
Aquí comienzo a darme cuenta que Zegama es especial. No ha pasado ni 10 minutos en mi reloj y mi pies ya estan mojados y las zapatillas pesan 300 gramos más por el barro, pero ya lo esperaba, así que me pongo detrás de Núria Picas, ya que se que es el ritmo que necesito para intentar buscar mi objetivo.
Tras varios kilometros por bosques inmensos de hayas, pistas forestales, y caminos embarrados, por fin coronamos el puerto de Otzaurte. Hasta aquí todo ha sido fácil, pero ya llevamos casi 600 metros de desnivel en las piernas.
Aquí muchisima gente se agolpa para animar a los corredores. También es la zona donde comienza lo serio, una rampa de 400m llena de barro donde es imposible no patinar  tanto corriendo como andando. Desde aquí llegas a un prado donde la subida continúa  hasta llegar a un pequeño collado por donde se baja.  En la bajada quizá hubiera sido mejor disponer de unos esquis, ya que por el barro era  más cómodo, pero te apartabas un poco hacia la hierba y así era más fácil no irse al suelo.
A partir de aquí empieza la subida al Aratz, una subida aparentemente cómoda, pero que te va desgastando conforme pasan los kilometros. Empieza mi calvario personal, al no poder comer en la bajada, me fallan las fuerzas en la subida. Una subida larga que cuando parece que estas coronando la cima, todavía sales del bosque y faltan casí 2 kilometros con más desnivel que hasta el momento. Es aquí cuando me vengo abajo y empiezo a sufrir muchisimo, no solo a nivel físico, pues mi ritmo había disminuido bastante, sinó sobretodo a nivel mental. Corredores que había adelantado anteriormente con mucha facilidad me adelantan caminando, mientras que yo no puedo, hasta el punto que en algunos
Paso por Espiritu Santo-inicio de la subida al Aizkorri
momentos me paro incluso a coger aire.
Por fín, con paciencia, acabo coronando el Aratz. Como siempre mucha gente arriba animando. Desde aquí, dos kilometros de bajada no muy técnica hasta Espiritu Santo.
Allí se agolpa muchísima gente, el ambiente es realmente espectacular. Paso el control y el avituallamiento y encaro la subida al Aizkorri corriendo, la gente te empuja y te anima a hacerlo, pero a los 300 metros me doy cuenta que no puedo y empiezo a caminar. A partir de aquí a empiezo a sufrir, incapaz de coger un ritmo constante, y ante la imposibilidad de abandonar, ya que el resto del equipo me espera arriba seguramente ansioso, decido tomarmelo con mucha calma (quizá demasiada). A parte de muchos corredores, o andadores mejor dicho, alguna hormiguita subía seguramente más rápido que yo. Aprovecho para ir comiendo, beber liquido y recuperarme un poco. No me puedo ver la cara, pero dado que he decidido llegar arriba para encontrarme con los míos y volver hacia el coche con ellos, decido hacerlo con el mejor aspecto posible.
Me cruzo con Marco Di Gasperi que ha abandonado arriba, que se para a animarme, me cruzo con la madre de kilian (sí, la del anuncio de Veri) que también va de bajada, seguramente para intentar llegar a Zegama a ver la llegada de su hijo.
Poco a poco, voy subiendo hasta dejar atrás el bosque. Una vez sales de allí la vista es espectacular. Miras arriba y ves la cima del Aizkorri  llena de colores y oyes los gritos de la gente que allí se agrupa... Es simplemente espectacular, pero hasta allí todavía queda una señora cuesta de 400 metros.
Mi cabeza solo repite: "Hasta arriba y te paras", "esto te queda grande", "en un maratón de asfalto ya habrías terminado" y muchas otras cosas que van revolotenado por ahí arriba.
Y así, paso a paso, con mi cabeza en otro sitio, por fin llego hasta el punto donde veo a mis amigos, animando como locos pero con caras un poco preoucapadas y no es para menos.

Llego arriba del Aizkorri, mientras estoy parado llegan mis amigos. Hablamos, como, bebo, intento recuperarme de las malísimas sensaciones...pero mi cabeza está tocada, lloro de impotencia. Nada ha salido como esperaba. Decido no continuar, lo doy todo por perdido, pero los veo allí tan convencidos de que yo puedo que empiezo a cambiar de opinión. No sé que hacer, por una parte no tengo ganas de que acabe aquí, pero mi cabeza está realmente hundida. Volvemos a hablar, viene gente de la organización, me preguntan, conversamos, me animan a seguir. Vuelvo a comer, vuelvo a beber.
Por un momento empiezo a recuperar cierta lucidez. Las cosas empiezan a cambiar y me digo: "¿Por qué no?", sin pensar mucho me doy media vuelta, me pongo a correr, me despido de Carme , Jose, Vera y Marc y decido no pensar demasiado, me quedan 2 kilometros complicados pero tranquilos de cresta hasta el Aitxuri y a partir de ahí una bajada para empezar la parte más cómoda de la carrera.
La bajada, bastante técnica y llena de piedras y barro lo que provoca que más de una ocasión tenga que poner las manos en el suelo para no caer. Así llego hasta una zona llana, pero de paso complicado por el barro. Los kilometros se hacen largos, aunque voy avanzando y restando. Solo queda una subida fuerte y ya todo es favorable hasta Zegama. Mi cuerpo se ha recuperado, vuelvo a sentirme con fuerzas. Los fantasmas han ido desaparenciendo de la cabeza... Empiezo a recuperar posiciones y me vuelvo a crecer. Es tarde para reaccionar, pero no para acabar, así que decido dar lo que queda para acabar lo mejor posible.
El objetivo inicial se ha quedado en la subida al Aizkorri, pero ahora hay otro y es el de acabar lo más dignamente posible. Llego al kilometro 29, vuelvo a comer y encaro la ultima subida al Andraitz con ganas e ilusión.... Sigo adelantando a mucha gente. El público me aplaude puesto que subo corriendo y esto, a estas alturas, parece sorprenderles ya que el resto van andando (al igual que yo minutos antes en el Aizkorri).
Tras un kilometro de subida llego arriba y comienzo a bajar. Al principio muy resbaladizo y rocoso, pero pronto entro de nuevo en el bosque y allí a pesar del barro, se hace más fácil correr.
Aprieto los dientes y me esfuerzo por mantener el ritmo. Se van sucediendo subidas y bajadas, torrentes de agua que atraviesan los caminos por el deshielo de días anteriores. Charcos, muchos charcos y barro hasta por encima de los tobillos. A pesar de todo se puede bajar bien, no resbalo porque el pie se hunde, pero cada vez las zapatillas pesan más por la cantidad de barro. Por fin un arroyo, pies mojados, pero barro fuera, menos peso, más velocidad... Otra vez barro.... Así durante 6 o 7 kilometros, hasta que llego a una pista forestal. Por fin sin barro, que en pocos minutos se convierte en una carretera que me lleva ya hasta el pueblo.
Por fín entro en Zegama. Giro primero hacia la derecha y entro en la zona vallada. Me encuentro con Jose, Vera, Marc y Carme. Me paro, los abrazo, vuelvo a llorar, pero esta vez  de alegria. Se lo debo a ellos. He conseguido seguir gracias a ellos. Y desde aquí sigo hasta la llegada. Después de 5h 47m consigo cruzar la Meta en Zegama. Han sido 42 kilometros de lucha, de emociones, de pensamientos, de recuerdos, de sudor, lagrimas, desesperación, ilusión, alegria y muchisimos sentimientos que me han acompañado durante los 3 meses y 42 kilometros de esfuerzo hasta la que se ha convertido en la meta más ansiada.
Llegar aquí más que un esfuerzo, se puede considerar una suerte. Suerte de un sorteo que me permitió tener un dorsal. Suerte de tener una familia que me apoya. Suerte de tener unos amigos increibles que me han acompañado hasta el último momento. Y suerte, mucha suerte de tener alguien al lado  que no deja de anirmarme, me comprende y me acompaña allí donde decido llegar sin importar la lejanía o las complicaciones del terreno.
 Así que chicos:  Zegama pone a cada uno en su sitio y quizá mi sitio de momento está en 5h 47 min. Por supuesto que creo que se puede mejorar, pero después de unos días de reflexión y muchas vueltas en esa montaña rusa que es mi cabeza sólo una conclusión de todo esto... Y es que en ocasiones es importante tener gente al lado que te apoya, que te anima a continuar, que está dispuesto a llegar a lo más alto contigo para simplemente darte el empujón que necesitas para no detenerte en el camino.
Así que quizá el Domingo yo me llevé la gloria de cruzar la Meta en Zegama, pero esta vez fue cosa del trabajo en equipo. Así que gracias a los que estuvisteis allí. Sólo espero algún dia poder ayudaros a cruzar
alguna de vuestras de metas.

Y respecto a mi, pues que después de unos días ya estoy deseando que en poco tiempo vuelva a tener la suerte de volver a tener a un dorsal  para volver y arreglar las cuentas que han quedado pendientes entre un montaña llamada Aizkorri, un pueblo llamado Zegama y yo.

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